miércoles, febrero 23, 2005

La costumbre

Miercoles, un dia como cualquier otro. Despertar, el baño, el desayuno insipido de cada mañana acompañado de una dosis de tragedia inyectada por el noticiero. Hay que ir a trabajar. . . . . el reloj advierte que no hay tiempo para nada más; tiempo, hace cuanto que no tengo tiempo para nada.
Estoy atrapado en la maldita costumbre de seguir viviendo como debo y no como quiero.
El camino al trabajo está trazado por la rutina y el tráfico; siempre los mismos en las mismas calles, siempre quejándonos del lento, del que no se apura, del que "no tiene prisa". ¿Por qué reclamar? por la necesidad de llegar a tiempo a la oficina. . . . necesidad, vaya palabra.
De pronto ahi está otra vez, es mi mente salvadora que me aleja de la tradicional mentada de madre al de adelante, ¿ a dónde planea llevarme esta vez?, ¿será acaso hacia los problemas laborales que debo solucionar?, ¿o pensará envolverme tratando de imaginar el desenlace del duelo nocturno? no lo se. . . solo me dejo llevar.
Mi trabajo me espera, y es quizá ese tormento lo que no me permite dejarme caer en los brazos de la iniquidad, esta vez la preocupación ha sido mas fuerte que la imaginación.
Hay miles de pensamientos que habitan mi mente. Tengo que escudriñar bien, debo solucionar todo lo que hoy me atañe.
Las aguas estan turbias por tanta rutina, la neblina de la costumbre me hace caminar sin dirección ni rumbo fijo. . . . me he estancado en esta oscuridad, la misma que no me deja ver lo que anhelo en realidad.
Esta vida se ha convertido en un otoño permanente. . . . . . . . solo espero poder existir despues de la caida de la ultima hoja del ultimo árbol.
Mi llegada se acerca, es momento de guardar mi sentir, de guardar mi nombre y mis pensamientos y convertirme en un número más.
Es el momenot, debo enfrentar la realidad. . . . . . . . . . . . .