lunes, marzo 28, 2005

Promesas. . . . . . . . .

Por fin de vuelta, el alejarse un poco de todo siempre resulta provechoso. . . . . .

“Estaba decidido a aprovechar la majestuosa sombra que ofrecía aquel roble monumental. Se que lo típico hubiera sido nadar un poco en las aguas frescas del río, sin embargo, mis ganas de seguir con mi lectura (interrumpida por varios días) así como lo apetecible de la sombra mencionada me hicieron tomar una decisión.

Me dispuse a recrear mi mente dejando volar mi imaginación, usando como motor las letras inspiradoras de mi más admirado autor; aún tenía muy presente la parte de la historia en donde había de continuar, así que bajo el roble, sintiendo el viento en mi rostro e inspirado por los bullicios de la naturaleza comencé con mi lectura.

Me sentía a gusto, relajado, la paz en mi ser solo era livianamente mermada por mi imaginación viajando hacia donde el pensamiento plasmado del autor me transportaba. De pronto unas palabras que no debí leer:

“. . . . . .Quién no teniendo ya fuerza para seguir con la batalla simplemente se abandonó a la suerte del caballero aquel que, aceptando la superioridad del enemigo, va a su encuentro con la misma muerte, pues aun siendo ese el destino debe afrontarlo con gallardía.

Previamente pasaron ante él todos los momentos de felicidad, los momentos en que su amada le juraba amor eterno y él le prometía volver pronto a desposarla. . . . . . “

Después de esas líneas ya nada fue igual. . . . . . . . . . cerré el libro, lo puse en el césped y cerré mis ojos. La imagen de tu rostro rápidamente invadió mi pensamiento, y yo, que consentía tal acontecimiento solo me quede disfrutando de la bella sonrisa que en mi imaginación tenías.

Recordé rápidamente las promesas que nos hacíamos cuando estábamos juntos y me di cuenta que eran promesas como las del protagonista del libro. Promesas que no se cumplirían. . . en la historia él no cumplirá lo prometido a su amada porque esta apunto de la muerte. En nuestra historia tu y yo no cumpliremos nuestras promesas porque así lo hemos decidido.

De nuevo ya estoy extrañándote. . . . . . con el tiempo he aprendido a disfrutar el recordarte, las cosas entre nosotros no funcionaron, pero dejaron un recuerdo en mi que no siempre es doloroso. Nuestro tiempo juntos es algo de lo que nunca estaré arrepentido, pero sin duda que desearía que se hubiera mantenido hasta el día de hoy.

Te sigo amando con la misma intensidad que cuando más. Te sigo deseando como el náufrago desea llegar a tierra firme y te sigo esperando como si en cualquier momento fueras a regresar.

Se que no volverás, hace tiempo que lo se; pero mi corazón ha decidido fincar una ilusión cimentada en el deseo. . . . . y yo no me siento capaz de desengañarlo.

Aquí seguiré, esperando que un día regreses para cumplir las promesas que un día hicimos.

Mientras tanto se feliz amor mío, se feliz con quién tu ames.”

Se que lo leerás pero nunca lo sospecharás. . . . . .